El miedo a envejecer produce monstruos

El miedo a envejecer produce monstruos
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La semana pasada Renée Zellweger dejó al personal en shock mostrándose con un rostro prácticamente nuevo en el que no sabría decir si aparenta menos edad, pero lo que sí está claro es que aparenta ser otra persona.

Más allá de las burlas y comentarios irónicos o de sorpresa, una vez más se ha aprovechado para abrir el debate que algunas actrices de Hollywood nunca se cansan de reivindicar: No hay trabajo en el cine para las mujeres mayores, y es en ese intento de permanecer para siempre jóvenes donde se acaba perdiendo hasta la identidad a golpe de bótox y bisturí.

La arruga que nadie quiere ver

No pongo en duda lo de que la arruga es bella, pero cuando se trata de protagonizar la portada de una revista o anunciar cualquier producto nadie quiere verla.

Así gracias al photoshop la piel de todas las mujeres aparece lisa, perfecta, uniforme y tan exageradamente irreal que la mayoría de las veces nos hacen dudar si estamos realmente viendo una foto o una pintura.

Demimoore

Eso pienso a menudo ¿Para qué contratar actrices o modelos de verdad? ¿Por qué no pintarlas totalmente imaginarias directamente? Se ahorrarían mucho dinero y les ahorrarían a ellas tener que enfrentarse posteriormente a un rodaje o a un photocall con su cutis de verdad, con el consiguiente espanto del público que no consigue asimilar bien que se pueda pasar de los 20 años a los 50 en apenas unos días.

Nos venden juventud y nosotras la compramos, indudablemente, aunque luego tengamos que debatirnos entre intentar reproducir esas imágenes perfectas o apostar por la sensatez y aceptar la mejor versión de nosotras mismas.

¿Actrices o productos de consumo?

Por suerte la cosa cambia si echamos un vistazo a las actrices de referencia en Europa. Aunque por supuesto hay excepciones, como Emmanuelle Béart, en general mujeres como Monica Bellucci, Maribel Verdú (solo un año menor que Renée), Catherine Deneuve o Juliette Binoche, van cumpliendo años de forma natural, manteniéndose bellísimas, pero sin pretender ocultar el paso del tiempo.

Por supuesto que se cuidan, maquillan y no escatimarán en tratamientos o incluso en pequeños retoques, pero no tienen miedo de mostrar las patas de gallo, los párpados irregulares o el demonizado surco nasogeniano.

Juliettebinoche

Lo mismo pasa con algunas actrices americanas, aunque no son la mayoría y casualmente son las que siguen realizando papeles interesantes. Al igual que las europeas siguen trabajando, mientras las carreras de las más operadas acaban por reducirse considerablemente, algo lógico teniendo en cuenta que al final no sirven para interpretar ni a jóvenes ni a mayores.

Puede ser que una mujer madura no rompa en taquilla y un hombre maduro sí, al fin y al cabo lo que nos atrae en masa a unos y a otros es distinto (cosas de la evolución), pero está claro que hasta la fecha las fórmulas para rejuvenecer que se emplean en los quirófanos no sólo no consiguen su propósito, sino que nos están regalando una colección de caretas que no quiero ni pensar cómo acabarán con los años.

Manos y cuellos arrugados, piernas de anciana y caras totalmente estiradas hasta casi perder su forma. No puedo imaginarme la angustia y el temor a perderlo todo que se debe sentir para acabar haciéndote tanto daño.

¿Y nosotras, qué pintamos en todo esto? Al fin y al cabo no somos más que meras espectadoras, consumidoras o en algunos casos incluso admiradoras. Personalmente yo me siento aliviada de no conocer una presión semejante y tengo claro lo importante que es saber distinguir lo real de lo imposible.

Me encanta cumplir años ¡Y espero seguir haciéndolo mucho tiempo! Con mis arrugas, mis cambios naturales y por supuesto, también con mi cara. Respecto a las actrices mal operadas, quizá deberíamos darles una tregua, bastante tienen con lo suyo...

Fotos | gTres
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