Tengo una compañera de trabajo que parece que nunca está estresada a pesar de que su agenda es lo más parecido a una bomba de relojería que he visto. Días imposibles, todo el tiempo ocupado y una vida frenética que, sin embargo, parece no pasarle nunca factura.
El secreto es que en esa agenda tan apretada, hay un tiempo destinado por horario a algo que se nos olvida cuando trabajamos: el descanso. Ser más productiva no es trabajar más horas, es trabajar de forma más eficiente en el menor tiempo posible. Por eso funciona la regla del 52 y el 17.
Qué es la regla del 52 y el 17
Con ayuda de la aplicación de productividad y seguimiento del tiempo DeskTime se ha descubierto cuáles son los hábitos de aquellas personas más productivas y su flujo de trabajo. El resultado es que los empleados con los índices de productividad más altos no trabajan jornadas de ocho horas. El 10% de las personas más productivas tienen algo en común: trabajan durante 52 minutos a la vez, luego descansan durante 17 minutos antes de volver a hacerlo. Tienen la capacidad de tomar descansos efectivos y de trabajar en cortos periodos denominados sprints. Es decir: trabajan con un propósito.
El tiempo que dedicamos al trabajo real tendrá el 100% de nuestra atención. Lo que hacemos, lo hacemos con todo, pero durante un tiempo limitado. Luego, durante los 17 minutos de descanso, estás completamente alejado del trabajo que estás haciendo y descansas de una forma más real que si cada cinco minutos durante la jornada, parar a echar un vistazo rápido a tus redes sociales. Una distracción que no solo no te aporta desconexión, sino que te dificulta el trabajo. Si separas el tiempo de trabajo y de descanso con la regla 52-17, estás maximizando la eficacia en ambos períodos, no solo del trabajo profundo, también en el descanso.
Tomar un descanso durante la jornada no solo es un derecho laboral, sino que es un hábito avalado por la ciencia que aumenta la productividad. Cuando descansamos, como te explicamos cuando hablamos de la regla 10-3-2-1-0, conseguimos estar más concentrados en el trabajo, controlar y gestionar mejor nuestras emociones, reducir el estrés y disminuir la fatiga tanto física como mental. Y todo eso aumenta nuestra productividad.
Pensemos en que la concentración es como un músculo que necesita descansar para poder funcionar. Y como cualquier músculo, si lo sometemos a mucho trabajo durante mucho tiempo, terminará agotado y además, le costará recuperarse. Con el descanso lo que hacemos es evitar que la concentración se agote.
Al aceptar la paradoja de la productividad y desconectar durante la jornada, sin intentar cubrir cada hueco del día con una tarea para hacer, estaremos mejorando nuestra eficiencia. Trabajar durante largos períodos de tiempo puede ser perjudicial para su nivel de compromiso con una determinada tarea, ya que el cerebro no fue creado para concentrarse durante ocho horas seguidas. La ciencia lo tiene clarísimo, la mejor manera de refrescar la capacidad de atención es tomar un descanso. Además, la repetición de tareas conduce al aburrimiento cognitivo.
El método (10+2)*5, por ejemplo, es una manera de marcar los descansos que consigue que venzamos a la procrastinación y que el tiempo efectivo de trabajo sea mayor y consigamos estar más concentradas.
El secreto: aprovechar de verdad los descansos
Si queremos aprovechar al máximo los sprints de trabajo, es necesario que los descansos sean completamente efectivos también y para ello es necesario desconectar. Pero de verdad. Podemos irnos a tomar un té pero lejos del ordenador y dejando también nuestro teléfono en la mesa. También podemos hacer algo de ejercicio si estamos teletrabajando (los snacks de ejercicio son fantásticos para esto), o darnos un paseo y salir de casa o de la oficina.
Las investigaciones muestran que los trabajadores que socializan en la oficina son más felices en el trabajo, así que puedes hacer ese descanso con un compañero. Aunque un consejo, si quieres desconectar, no habléis de trabajo. Puedes aprovechar para comer algo, para leer un capítulo de un libro o para llamar a tu madre y que te cuente qué tal el día. Hacer estos descansos recurrentes en la jornada, funciona. Te lo digo por experiencia.
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